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Psicomotricidad relacional. Un viaje hacia la maduración psicológica a través del movimiento

En nuestro colegio, la Psicomotricidad Relacional es un pilar fundamental en el desarrollo integral de la infancia. A través de ella, les brindamos un espacio único donde movimiento, emoción y aprendizaje se fusionan para dar paso a un viaje apasionante hacia la maduración psicológica.

Más que mover el cuerpo. Lejos de ser simples ejercicios físicos, la Psicomotricidad Relacional teje una experiencia profunda que involucra la mente, el cuerpo y las emociones de cada niño/a. En este espacio, no sólo exploran su cuerpo y sus capacidades, sino que también construyen su identidad, establecen relaciones significativas y desarrollan un pensamiento cada vez más complejo.

El placer compartido como motor de transformación. Creemos firmemente en el poder del placer compartido como motor de crecimiento y aprendizaje. La alegría, la satisfacción y la conexión que experimentan los niños/as en el movimiento, la interacción con sus iguales y la exploración del entorno se convierten en un caldo de cultivo ideal para su desarrollo emocional y social.

Construyendo la unidad corporal. A través de esta práctica el niño o la niña va tomando conciencia de su cuerpo, de sus posibilidades y limitaciones. Explora su esquema corporal, experimenta con diferentes movimientos y posturas, y comienza a controlar y coordinar sus acciones. De esta forma, va construyendo una imagen positiva de sí mismo y una unidad corporal cada vez más ajustada.

Del movimiento al pensamiento. La Psicomotricidad Relacional no se limita al desarrollo físico. Desde el movimiento, se van construyendo las bases para el desarrollo del pensamiento. La exploración sensorial, la planificación de las acciones, la resolución de problemas y la toma de decisiones son solo algunos ejemplos de cómo el movimiento se convierte en un trampolín hacia el desarrollo cognitivo.

La emoción como motor de cambio. Las acciones que realmente permiten a los niños evolucionar son aquellas que tienen detrás una emoción. La curiosidad, el miedo, la alegría, la frustración, el deseo de superación o la necesidad de afecto son algunos ejemplos de emociones que impulsan a los niños a explorar, descubrir y crecer.

El rol adulto. Su función no es la de dirigir o guiar los movimientos, sino acompañar, confiar, dar seguridad física y emocional y ayudar a evolucionar las acciones y el pensamiento. La persona de referencia debe crear un espacio seguro donde cada cual pueda expresarse libremente, experimentar sin miedo y mostrarse tal y como es, sin miedo al juicio.

La Psicomotricidad Relacional es un regalo que ofrecemos a los niños para que emprendan un viaje apasionante hacia la construcción de su propia identidad, la formación de relaciones significativas y el desarrollo de un pensamiento cada vez más complejo. En nuestro colegio, estamos convencidos de que es una herramienta fundamental para que nuestros alumnos crezcan felices, seguros y preparados para afrontar los retos del futuro.

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