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Visita del hibakusha Tanaka Premio Nobel de la Paz

El jueves 16 de enero fue un buen día para el colegio Lourdes. Un día especial, inolvidable. Una de esas jornadas que quedan marcadas en nuestra memoria de docentes y que se irán recordando, con el paso de tiempo, cuando queramos rememorar algún hecho importante. Y no lo será por la llegada de un premio Nobel a un colegio como el nuestro, tampoco por la presencia de multitud de medios de comunicación que nos hacen sentir importantes, ni mucho menos por el impacto que pudiera tener en la imagen del colegio. Lo será porque fue uno de esos días donde, en pocas horas, se aprende más de lo que se puede hacer en una semana de clases formales, o en un mes o, quizás, en toda la vida. 

Apareció el hibakusha señor Tanaka, con 85 años de edad y cientos de humanidad. Con él aprendimos el significado de luchar por un objetivo, la necesidad de la denuncia incansable ante la injusticia. Nos adentramos, con su historia, en uno de los mayores desastres producidos en nuestra era, incluso, tuvimos que apartar, en ocasiones, la mirada de las imágenes que aparecían. Sufrimos con su testimonio de destrucción brutal de su persona y familia. 

Pero como él, lo hicimos con humildad, sosiego, esperanza y, sobre todo, con mucha humanidad. Significó un aprendizaje de vida que sirvió para detenernos un momento, mirar a nuestro alrededor y analizar el mundo en el que vivimos. Entendimos que no debemos desfallecer, que tenemos que seguir luchando por conseguir un mundo más justo, Todo un aprendizaje generado por un señor de 85 años. 

La sala se llenó de emoción. Koto, alumna del colegio de origen japones que nos ayudó en la traducción en la entrega de obsequios realizada por chicos y chicas del grupo de ayuda al pueblo palestino de Gaza, nos confesó que en muchas ocasiones no había podido contener el llanto. Ella tenía ventaja, escucharlo en su propio idioma era todavía más emocionante.

El choque cultural, el sufrimiento, la esperanza y la humanidad desbordaron el ambiente. La delegación japonesa fue literalmente atacada por multitud de asistentes que querían estrechar su mano o hacerse una foto. Especialmente emocionante fue la llegada al comedor de los niños y niñas de 5 años y de 1º de Primaria con sus barderas de Japón y de la paz, elaboradas por ellas, y el regalo de las grullas que tanto significado tienen para los niños y niñas de Hiroshima y Nagasaki. 

Me quedo con las caras de nuestros niños y niñas cuando miraban a un señor que les sonreía y les ofrecía su mano, cuando se acercaban con cierto miedo a fotografiarse con él. Quiero pensar que el hibakusha Tanaka se convirtió, por un instante, en su auténtico héroe. Eso podría empezar a cambiar las cosas.

Aprendimos mucho el jueves. Sí, definitivamente, fue un buen día para el colegio Lourdes.

Fernando Mazo
Profesor de Historia

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